Modelo para armar: lo que dejó la primera Expo Cannabis argentina

Todas las caricaturas que uno podía haber fantaseado sobre una exposición de cultura cannábica están equivocadas. En la Rural, no hubo rastas invocando a Bob Marley ni banderas trilladas de Jamaica; y si alguien llegaba a decir que estaba «re loocooo», quizás lo habrían mirado de costado y le habrían pedido que madurara de una vez. La primera Expo Cannabis argentina, que desbordó el predio de Palermo durante el fin de semana, convocó a grow shops, emprendedores, ONGs y todo un think tank en torno a la cultura de esta planta y sus usos medicinales y recreativos. Para la mayoría fue «histórico» que un cultivo todavía prohibido por las leyes haya tenido una muestra tan masiva en el corazón mismo de la ciudad.

Valía preguntarse qué podía ocurrir con una feria de cannabis en este predio tan tradicional y cómo tomarían vecinos y pasantes el enorme cartel con el símbolo de la planta sobre la avenida Sarmiento. Pero nada malo pasó. Se esperaban 25.000 personas en los tres días y solo en la primera jornada -el viernes- fueron 30.000. Hasta tuvieron que habilitar nuevos espacios y mandar a imprimir el doble de folletería por el desborde de público.

Como en un fabuloso culto a la personalidad de la planta, todos los actores vinculados a este cultivo se vieron las caras por primera vez, el conjunto de una industria todavía incipiente a nivel productivo. Confluyeron legalistas, científicos y consumidores de todas las edades; y también, vale decirlo, se exhibió toda la parafernalia del caso: accesorios, pequeñas moledoras de uso casero con impresión 3D, prensas artesanales, remeras alusivas, lapiceros, filtros, ceniceros, cilindros anti-olor, pipas de silicona, vaporizadores y los objetos necesarios para embarcarse en el autocultivo, ya sea outdoor o indoor, como los reflectores, fertilizantes orgánicos y bolsas de sustrato a base de guano de murciélago.

"Vine por curiosidad y porque a mí el cannabis me salvó", dice Esther Nogueira, de 87 años
«Vine por curiosidad y porque a mí el cannabis me salvó», dice Esther Nogueira, de 87 añosGustavo Correa – RollingStone

Público mayor

Entre el público, sorprendió la cantidad de gente por encima de los sesenta y setenta, algunos de ellos con bastones, preguntando cómo conseguir aceite para calmar dolores. «Vine por curiosidad y porque a mí el cannabis me salvó», soltó Esther Nogueira, de 87 años, en silla de ruedas, que toma aceite a diario gracias a un médico de La Plata que cultiva y se lo provee.

«Están todos los ancianos cultivando y haciendo aceite. He visto a varios llevándose carretillas de tierra. Te diría que el 40% de los que vinieron fue gente mayor», explicó Sebastián Basalo, fundador de la revista THC y uno de los organizadores. «Estoy fascinado con el mix que se ha dado entre el uso gourmet y medicinal del cannabis, que está generando trabajo en todas las puntas del circuito», analizó. El único dato duro que se tiene sobre el sector, según Basano, es que en los últimos tres años abrieron 200 grow shops, es decir tiendas especializadas, en el país.

Muchos en la Rural hablaron de un evento histórico, un cambio de paradigma. «Es típico de la prohibición tratar de separar el uso medicinal del recreativo. La planta es una, eso hay que entenderlo; y los que van cayendo en el camino son los usuarios, en su mayoría medicinales, que frente al aparato de seguridad del Estado sufren la pérdida de su libertad y, sobre todo, de su medicina», desgranó el doctor Luis Osler en una de las conferencias.

Los dichos del experto se entendían aún más al caminar los pasillos de la muestra: un mundo libre sin división entre lo medicinal y lo recreativo; con una idea primaria, la unicidad de la planta para usos múltiples y la libertad de consumirla para aliviar, sanar, relajar, divertir y tantas otras cosas.

 

Fuente: La Nacion

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